Tobeña (que también empleó esporádicamente el seudónimo V. Sierra de Sevil) firmó como V. Montes de Arbe una serie de textos literarios en aragonés del Somontano, ya por entonces algo castellanizado, aunque manteniendo los rasgos para caracterizarlo como aragonés, que su biógrafo califica de “divertidos coloquios sainetescos de los que se puede sacar un buen suco filológico y moral”. Resulta divertida, por ejemplo, la complicidad entre tierna y pícara que mantienen el yayo y el nieto.
V. Montes de Arbe recrea situaciones rurales de su patria chica para trasladarlas, en ocasiones, a consideraciones soberanistas más amplias. […] Desfilan otros asuntos de arraigo rural y de la época, como los lamentos del abuelo por la poca escuela de su infancia, o las alusiones a la filoxera, de especial significación en esa tierra de viñedos y vinos.
Precisamente a ese campo de la viticultura van dirigidos bastantes de los términos que el autor explica en estos textos, anticipando el gusto por la lexicografía de que hará gala en el vocabulario […].