Cristino Gasós trata de igual a igual con los personajes populares que se expresan con el habla de su pueblo. Ha convivido con ellos, en especial en Ariéstolas. Las personas de servicio doméstico y los encargados de la explotación agrícola, con los cuales compartía muchos intereses y deportes, como la caza, eran tratados en su casa con natural sencillez y con una familiaridad que era correspondida por la fidelidad que se transparenta en sus escritos. Como dato meramente lingüístico, que anda íntimamente unido a un tipo de apreciación u otra por la figura del baturro, Gasós no pone en su boca los innecesarios diminutivos tan elementalmente caracterizadores, ni aquellas exclamaciones de que abusan tantos que intentan poner voz al pueblo aragonés, o que componen jotas pretendidamente baturras.
[…] Cuando Gasós utiliza las hablas aragonesas, por lo común, reproduce la que se emplea en los pueblos del Somontano de Barbastro, donde se ubica tanto la finca de Ariéstolas como el pueblo de su mujer, Laluenga, en que frecuentaba regularmente el trato con personas que la utilizaban como vehículo habitual —y único— de comunicación.
[…] Por lo que respecta al aragonés del Somontano, su peculiaridad se reduce prácticamente al empleo de abundantes vocablos de uso exclusivo en Aragón, o incluso en aquella comarca, algunos de las cuales vienen recogidos en el Diccionario de la Real Academia Española, y otros en diversos glosarios, cada uno de ellos insuficiente para recoger la rica variedad del léxico de los diversos pueblos de Aragón.
[…] Más acusados son los rasgos caracterizadores del aragonés de la Ribagorza que Gasós utiliza, sobre todo, en dos importantes poemas: uno dirigido a Cleto Torrodellas, quien, con anterioridad, le había dedicado una de sus composiciones en la que alababa su genio lírico y, asimismo, le pedía consejos de utilidad para seguir versificando; el segundo tiene como destinatario a Enrique Bordetas en respuesta, por alusiones, a una colaboración suya en el diario Montearagón […].