A sus exhaustivos trabajos de la década de 1940 (Sobre morfología dialectal aragonesa y Contribución al vocabulario aragonés moderno), basados en el estudio sobre el terreno de la lengua viva aragonesa (con uso de metodologías como la encuesta) y con gran importancia de la lexicografía, se unen aquí otros textos posteriores (algunos de ellos con aportación de materiales inéditos), dedicados a la toponimia, a nombres de plantas en aragonés, y a la lengua de Juan Fernández de Heredia.