En la misma novela, se hace alguna pequeña mención a esta lengua, bien cuando habla del protagonista, Andrés Lucena, que “retornaba a su Aragón, volvía a escuchar el habla doméstica, con sus donosos diminutivos”, bien cuando lo hace de algún personaje ansotano, como el peletero, del cual dice que “tenía el lenguaje dulce de la tierra, con dejos de romance, y oíale Andrés, sopesando las palabras que recordaban el catalán y el castellano antiguo” […]
Sólo encontramos algunos aragonesismos que el escrito va introduciendo de vez en cuando, bien en el discurso narrativo, bien en las conversaciones de los personajes de los valles de Tena y Ansó y que muestran, de esta forma, algunos de los rasgos lingüísticos del tensino y del ansotano.